Se conocen como procedimientos de intensificación aquellos recursos que posee la lengua para aumentar en un grado la cualidad expresada por un adjetivo o un adverbio ("bien", por ejemplo). Pueden ser formales ("muy bien", "demasiado bien"...) o coloquiales ("superbién" o "superbién no, lo siguiente", que no son las únicas fórmulas posibles, como esperamos que descubras enseguida). Evidentemente, la persona que abuse de estos recursos, especialmente si los produce en un contexto lingüístico formal, poco o nada distendido, no solo evidenciará la incapacidad de adoptar el registro más adecuado a la situación comunicativa en que se encuentra, sino que también dará a entender una cierta pobreza léxica incluso (en el apartado [4.10 L.P] hallarás más información sobre este aspecto).
Lee atentamente los dos siguientes textos, en los que se explica cómo utilizar estos procedimientos coloquiales así como procedimientos más formales por medio de los cuales evitarlos (pincha sobre la barra con los títulos para desplegarlos), y reflexiona a continuación sobre ellos:
¡Superbién!
SUPERCALIFRAGILÍSTICO
Vamos a intentar explicar las múltiples vidas de
súper sin que suene extravagante, raro ni espantoso, como cantaba Mary Poppins.
- Súper- se gana la vida, principalmente, como prefijo para denotar ‘por encima de’, ‘excelencia’ o ‘exceso’. Como buen prefijo, va unido al sustantivo al que acompaña, y pierde la tilde que llevaría si se dedicase a otros menesteres. Así, se escribe superponer, superpotencia, superproducción e incluso, en su uso más llano, superbien.
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Como segundo empleo, súper ejerce de sustantivo, como sinónimo de supermercado. En este caso, al ser una palabra llana y terminada en r, se escribe con tilde.
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En su tiempo libre, súper hace sus pinitos en el mundo coloquial como adjetivo y adverbio para significar ‘magnífico’ o ‘superior’. En estos casos, al igual que ocurre en su papel de sustantivo, siempre lleva tilde: Teníamos las entradas en un sitio súper; Lo pasamos súper en el concierto.
Esperamos haber sido suficientemente espialidosos sin haber sonado enredosos.
María Irazusta: Las 101 cagadas del español
Superbién no, lo siguiente
DE MODA NO, LO SIGUIENTE
Los que dicen bueno no, lo siguiente y los que jamás dirían algo así. El mundo (al menos el mundo hispanohablante) parece dividirse entre los que aman y los que odian esta expresión. Como todas las modas lingüísticas, hay quienes se abrazan a ellas y quienes las ven más feas que un pie de otro. Los siguientistas (vamos a bautizarlos así) dicen que una película era «buena no, lo siguiente» o que están «agotados no, lo siguiente». Este lo siguiente se empezó a poner de moda hace unos diez años como mucho. Los jóvenes sean quienes con más frecuencia dicen «las croquetas de mi madre son espectaculares no, lo siguiente». Los antisiguientistas les preguntan desafiantes: ¿qué es lo siguiente?
Lo que sigue a bueno podría ser muy bueno o buenísimo o megabueno o hiperbueno o requetebueno o tela de bueno o la pera de bueno o... Todos estos elementos del español se llaman elementos de superlación, y los usamos para hacer que una palabra intensifique su significado; con ellos hacemos que suba peldaños en una especie de escalera de significación. Tenemos muchísimas expresiones para intensificar. Algunas son históricas y constantes en nuestra lengua: muy bueno; otras son más o menos recientes.
Con los elementos que indican valoración estamos siempre ante la misma batalla: los utilizamos, parece que se «gastan», como se gasta la suela de un zapato, y nos gusta reemplazarlos por otros nuevos. Por eso, hay modas de intensificadores que aparecen y otras que desaparecen o se quedan conviviendo con las nuevas expresiones. Normalmente la mecha prende en el lenguaje juvenil y de ahí salta a otros sectores. Tal fue el caso de mazo, usado solo o acompañando a un adjetivo («me gusta mazo»; «mazo caro»), que entró en el lenguaje de los jóvenes hace unos años. No se usa en toda la comunidad hispanohablante: en Andalucía se prefiere «taco de bueno» o «un viaje de bueno» antes que «mazo bueno».
Para el caso del español, además, nos gusta más la intensificación por la izquierda que por la derecha. O sea, típicamente el español pone los intensificadores antes de los elementos que valora: super, mega, ultra, mazo, hiper... e incluso los acumula: lo has visto en el hiper mega ahorro del supermercado o en el super ultra limpio de la oferta de detergente. El tamaño sí importa en la lengua, y tendemos a pensar que las palabras más largas significan más.
De hecho, es raro que en español usemos de forma tan extendida la terminación superlativa en –ísimo, que existía en latín (–ISSIMUS) y que otras lenguas hermanas, como el francés, usan poquísimo. Es una intensificación a la derecha, y su rareza se explica porque se extendió desde el lenguaje culto. ¿Cómo te suena decir en español actual «guapérrimo»? Pues algo así era usar –ísimo en español hasta finales del siglo XV, cuando por moda y desde sectores literarios se empezó a propagar este –ísimo. De todas formas, todavía en el siglo XVII había muchos españoles que no lo usaban, sobre todo los más alejados de esos sectores literarios; por eso Cervantes, siempre tan acertado recreando el lenguaje de la calle, pone a Sancho Panza liándose al usarlo: aquí está y el don Quijotísimo asimismo, y, así, podréis, dolorosísima dueñísima, decir lo que quisieridísimis, que todos estamos prontos y aparejadísimos a ser vuestros servidorísimos (Cervantes, Quijote, II, 38).
La subida de los escalones de la intensificación se hace, pues, con elementos muy cambiantes. E incluso en esa escalera podemos observar que hacemos subir a palabras que aparentemente no pueden subir más peldaños: perfecto, infinito... ¿Algo puede ser más perfecto que perfecto o aún más infinito? ¿Hay un «lo siguiente» para perfecto? Parece que sí. En lo de intensificar, no son los significados de las palabras quienes ponen los límites, sino los hablantes, dueñísimos de la lengua, aunque a veces se nos olvide.
Lola Pons Rodríguez: El árbol de la lengua (adaptación)
Tras leer los dos textos anteriores, reflexiona sobre su contenido a razón de lo propuesto en los enunciados siguientes:
- Elabora un pequeño esquema en el que recojas los distintos usos de "super-". Asegúrate de que incluyan, como mínimo, la siguiente información: su acepción (esto es, significado) y normas de redacción.
- En el segundo texto se señalan algunos otros recursos coloquiales para la expresión de la intensificación. Realiza un listado breve en que los recojas, aportando algún ejemplo propio. ¿Eres capaz de sugerir algún procedimiento más que no se mencione en él?
- ¿Qué quiere decir Lola Pons al indicar que, en español, "nos gusta más la intensificación por la izquierda que por la derecha"? Explícalo con tus propias palabras.
A continuación reproducimos un texto en el que abundan los coloquialismos. Observa la alta proporción de recursos de intensificación coloquiales que emplea la persona que lo ha emitido. La actividad que te proponemos a continuación consiste primero en que los detectes y, después, que los sustituyas por una alternativa mucho más formal ("superbién", por ejemplo, podría modificarse por "muy bien" o por soluciones más interesantes, con nuevos adjetivos de carácter más específico, como "genial" o "estupendo").
Texto con procedimientos de intensificación coloquiales
Tía, no te vas a creer lo que me ha dicho El Rulas. Es superfuerte. Yo todavía estoy flipando en colores. Se va a liar parda, parda. Resulta que, el otro día, cuando estuvimos en el escampado aquel, ¿te acuerdas?, que se nos juntaron unos pavos mazo raros, con unas pintas de no ser de aquí, megapijos, la verdad, que estábamos jugando a las cartas, ¿te acuerdas ya? Pues uno, que tenía un careto superraro, le metió fichas a la Carol, que no supo cómo quitárselo de encima. ¡Qué pesa'o el colega! Ella pidió que la dejara en paz, pero el tío se hizo el sueco y siguió dándole la murga todo el rato. Pues tuvo que intervenir la Jenni, con las malas pulgas que tiene. El pavo, supermustio, se marchó con el rabo entre las piernas.
Algunas personas, como Óscar Mora, que gestiona la cuenta @eslosiguiente en Twitter, se consideran "antisiguientistas". ¿Qué quieren decir con este palabro? Los que así se declaran dan a entender con ello que abominan de la expresión "no, lo siguiente" y proponen evitarla o formular expresiones más formales. Desde este perfil en la red social, este antisiguientista responde a los tuits en los que se emplea este recurso, esta fórmula, sugiriendo alternativas. A continuación encontrarás algunos de los mensajes que ha corregido. ¿Qué solución propondrías tú?
Tuit 1
"¡Deseando que llegue el finde no, lo siguiente!"
Tuit 2
"No, definitivamente hoy no iré a clase. Me encuentro fatal no, lo siguiente."
Tuit 3
"Pues te voy a decir una cosa: no había visto el vídeo, pero me parece preparado no, lo siguiente."
Tuit 4
"2022 me está dejando muerta no, lo siguiente."
Tuit 5
"Si os acordáis de eso no sois viejos, sois lo siguiente."