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(c) Conectores del discurso (cohesión)

¿Qué son los conectores del discurso?

Los conectores del discurso (también conocidos como 'marcadores discursivos') son palabras o grupos de palabras que unen enunciados o secuencias textuales más complejas. Su función es la de ayudar a comprender mejor el contenido del texto, las relaciones que se establecen entre las partes del mismo, etc. No son necesarios para interpretarlo, pero su aparición contribuye a que sepamos interpretar estas relaciones con mayor comodidad y rapidez. Se pueden clasificar de muy diversas formas, pero esta agrupación que incluimos a continuación nos parece suficientemente clara:

Conectores del discurso
Lenguaje y otras luces. Conectores del discurso (CC BY-NC-SA)

Lee el siguiente texto, en el que no se ha incluido ni un solo conector del discurso:

Los psicólogos señalan que la mayor parte de las personas con una mentalidad abierta acostumbran a ser personas cultas, leídas o instruidas; las personas con una mentalidad menos abierta tienden a no serlo. Parece probable que, cuanto más se lee, más ideas estimulantes se encuentran que pueden hacer perder la confianza en las que se tenían antes. Leer parece que conduce a tener una mentalidad abierta.

A buen seguro que has conseguido comprenderlo exitosamente, pero la siguiente versión, en la que se han añadido varios conectores del discurso, te habría ayudado en la tarea de interpretarlo:

Los psicólogos señalan que la mayor parte de las personas con una mentalidad abierta acostumbran a ser personas cultas, leídas o instruidas; en cambio, las personas con una mentalidad menos abierta tienden a no serlo. Parece probable, por tanto, que, cuanto más se lee, más ideas estimulantes se encuentran que pueden hacer perder la confianza en las que se tenían antes. En consecuencia, leer parece que conduce a tener una mentalidad abierta.

La adición de estos tres conectores del discurso contribuye a comprender mucho mejor el texto:

  • En cambio: la nueva idea se contrapone a la anterior (opone las personas lectoras, con una mentalidad abierta, a las que se presentan a continuación: las que no leen, con una mentalidad menos abierta).
  • Por tanto: en este enunciado se establece una primera consecuencia de lo dicho anteriormente.
  • En consecuencia: en este enunciado se establece una segunda consecuencia, como conclusión de los argumentos anteriores.

¡Pon un conector del discurso en tu vida!

A continuación vas a poder leer un texto de cada tipo de acuerdo con el modo de elocución (a saber, uno narrativo, uno descriptivo, uno expositivo, uno argumentativo y, finalmente, uno instructivo). Estos textos no contienen ninguna clase de conector, y esa es precisamente la actividad que te proponemos: que los añadas. Presta atención al sentido que detectes en los enunciados que los componen y, en función de cuál sea, agrega unos u otros. Intenta, en cualquier caso, que los conectores que emplees sean lo más formales que puedas.

Texto narrativo

La nave de la misión Apolo XI despegó de Cabo Kennedy (Florida) el 16 de julio de 1969. Se dirigía al espacio. El 20 de julio de 1969 se produce el alunizaje. El viaje se había desarrollado sin complicaciones.

Seis horas más tarde, el comandante Neil Armstrong fue el primer ser humano que pisó la superficie lunar, en una zona llamada Mar de la Tranquilidad. Michael Collins permaneció orbitando alrededor de la Luna en el módulo principal. A Armstrong se le unió después Edwin F. Aldrin y estuvieron caminando más de dos horas por el satélite. Recogieron rocas del suelo, tomaron fotografías y dejaron equipos científicos instalados en la superficie. Clavaron una bandera de Estados Unidos y hablaron por radio con el presidente Nixon. Dejaron una placa con una inscripción en que rezaba: “Aquí hombres del planeta Tierra pisaron la luna por primera vez, Julio 1969. Vinimos en paz en nombre de la Humanidad”. 

Emprendieron el regreso a la Tierra. El Apolo XI caía sobre el Océano Pacífico, donde lo esperaba un portaaviones para recoger a la tripulación. Los astronautas tuvieron que permanecer unas semanas aislados, por si traían algún organismo lunar contaminante. Fueron recibidos de manera triunfal, aclamados como héroes.

Texto adaptado a partir de "La llegada del hombre a la LUNA para niños" (Educapeques.com)

Texto descriptivo

Mi habitación se encuentra en la primera planta de mi casa, al lado del dormitorio de los gemelos. No es ni muy pequeña ni muy grande, con muros altos, eso sí, porque el techo es abuhardillado, de madera; pasa que, como está inclinado a un agua, en la zona en que se estrecha no se puede estar de pie: ahí solo hay un pequeño mueble que sirve de armario. Es muy luminosa porque la luz entra por una ventana en mansarda y por un tragaluz. Tengo pegadas en los cristales pegatinas de mis películas favoritas, y en las paredes (pintadas de un tono amarillo suave) hay vinilos con motivos de la naturaleza.

Tengo dos estanterías: una con libros que he ido adquiriendo o que me han ido regalando desde que sé leer; la otra contiene algunos elementos decorativos de los que no puedo desprenderme: mi primer peluche, un coche teledirigido que me regaló mi abuela, los muñecos cabezones que están ahora tan de moda... También tengo un equipo de música, aunque casi todo lo que escucho lo reproduzco a través del ordenador. Al lado está el pupitre, el espacio en que realizo mis actividades y estudio. Siempre está un poco desordenado, pero creo que no es un desorden excesivo. En él hay un lapicero, una lámpara... ¡Lo típico! Mi armario, que es empotrado, es muy alto y grande, y también tiene las puertas recubiertas de vinilos, aunque en la central lo que hay es un espejo. Y luego está la cama, claro. 

Texto expositivo

La primera imagen que nos viene a la mente siempre que asociamos el mundo de Roma con la cocina es la suntuosidad. La imagen tradicional de las orgías en las que se servían vituallas como lenguas de flamenco, pulpejos de camello, lirones cebados con castañas, jabalíes rellenos de tordos, etc., todas ellas regadas con salsas picantes, es común en escritos de Petronio, Juvenal o Marcial. Esto distaba mucho de la realidad. Es cierto que Mecenas fue el primero en comer carne de mulo, o que el actor Farón, para entretener al emperador Aureliano, comió un cochinillo y un jabalí. Los orígenes de la cocina latina fueron humildes y austeros.

Hasta el siglo II a.C. la cocina romana se basaba en alimentos básicos: el pulmentum o papilla de mijo, cebada o guisantes, el queso de leche de oveja, la carne de cordero hervida, la col, las habas, etc. Las frutas ocupaban un lugar importante: las manzanas, los albaricoques importados de Armenia, los melones traídos de Persia, higos y dátiles. Fue a principios del siglo II a.C. cuando los romanos entraron en Asia Menor y descubrieron el refinamiento de las cortes griegas de Oriente. A partir de este momento, la preparación de las comidas, según Tito Livio, se hizo larga y costosa. Los servicios de los cocineros, trabajo hasta entonces desempeñado por esclavos, se comenzaron a pagar muy caros.

Texto adaptado a partir de "Cultura gastronómica en el Imperio Romano" (zapardiel.org.es)

Texto argumentativo

¿Existe vida extraterrestre? No disponemos de datos para responder esta cuestión ni afirmativa ni negativamente; solo es posible la especulación. Conocemos que, para que exista vida en un planeta cualquiera, este ha de reunir unas condiciones de habitabilidad específicas (temperatura, radiación solar, etc.). No existen planetas que reúnan estas condiciones, al menos que nos conste teniendo en cuenta nuestros limitados sistemas de observación. Si hay miles de millones de planetas solo en nuestra galaxia, parece bastante probable que, a lo largo de todo el universo, algunos presenten las mismas características que la Tierra. Podemos creer que la vida ha encontrado las condiciones idóneas para su manifestación fuera de la Tierra, aunque sea en puntos muy alejados de esta.

Texto instructivo

Pues mire, para llegar a su hotel, camine por esta calle. Desembocará en una segunda calle, más ancha. Allí gire a la izquierda para tomar una calleja más estrecha y gire la segunda a la derecha para alcanzar la avenida Altamira. En la esquina hallará una tienda de libros muy popular. Siga por esa acera y, cuando llegue al final de la calle, donde hay una bifurcación, encontrará por fin el hotel por el que me ha preguntado.

Los conectores del discurso: sal y pimienta de nuestros textos

Los conectores del discurso representan un ingrediente fundamental de nuestros textos, uno que ayuda a clarificar el sentido de los enunciados que los componen y que contribuyen a aumentar la formalidad de nuestros discursos. Por esa razón, debemos estar especialmente atentos a salpimentarlos con este ingrediente y a repartirlo con sentido común y naturalidad. En esta actividad vamos a construir textos de forma colaborativa de manera que varias personas participen en esta tarea.

  • Durante 20-25 minutos elaborarás de forma individual un texto (no importa la tipología textual a la que pertenezca, es decir, si se trata de una narración, una descripción, una exposición, un texto argumentativo o instructivo; solo procura que sea correcto desde el punto de vista ortográfico y gramatical). A continuación, otros integrantes de la clase van a trabajar con tu texto, de forma que procura escribirlo empleando una caligrafía legible y dejando un pequeño espacio entre renglones para que puedan realizar añadidos cómodamente. De momento no resulta necesario que tu producción contenga ninguna clase de conector del discurso, así que no te preocupes por añadirlos en este momento. Si terminas antes de tiempo, revisa atentamente tu redacción e intenta mejorarla: corrige erratas, depura el vocabulario, los procedimientos de cohesión o de referencia interna, etc.
  • Transcurrido este tiempo, comparte tu texto con el compañero o la compañera que te suceda en el orden de la lista de la clase (si eres el último miembro de este listado, compártelo con el primero). 
  • Una vez dispongas del texto compuesto por otra persona, enriquécelo añadiendo tantos conectores del discurso como te resulte posible (recuerda la consigna expuesta al principio: repártelos con sentido común y naturalidad). Para ello dispondrás de unos cinco minutos, así que tómate esta nueva tarea con calma pero sin pausa. (*)
  • Se repartirá este proceso tantas veces como sea necesario hasta que finalice la hora, es decir, comparte nuevamente tu texto con otra persona (la próxima vez con la siguiente a la inmediatamente siguiente de acuerdo con el orden de clase, y así sucesivamente). 
  • Cuando recibas el texto de un compañero o compañera, por fuerza ya corregido anteriormente, revisa esta corrección y comprueba si resulta posible (1) añadir más conectores del discurso (recuerda siempre la consigna: agrégalos con sentido común y con naturalidad) y (2) proponer alternativas más formales para los conectores del discurso sugeridos previamente. También dispondrás de cinco minutos para desarrollar esta nueva tarea. (*)
  • Cuando queden cinco minutos para que acabe la hora de clase, recupera tu texto y comprueba las aportaciones de las personas que han contribuido en su mejora. ¿Estás de acuerdo con ella?

(*) Para distinguir e identificar rápidamente las aportaciones efectuadas por cada una de las personas que participen en la mejora del texto, utilizad subrayadores de colores con los que marcaréis aquellas que propongáis o modifiquéis. Por supuesto, aseguraos de que el color que empleáis no se haya utilizado previamente en el texto que estáis revisando y, asimismo, añadid a continuación del texto una leyenda en la que, junto al color empleado, escribáis vuestro nombre y apellidos.