Observa la disposición de los párrafos en los dos textos que te mostramos a continuación. ¿Qué sensación te provocan? ¿Cuál te parece mejor, cuál peor? ¿Por qué?

Cuando se entrega un trabajo académico o cuando se presenta un documento con carácter formal (un informe, una carta de presentación para una entrevista de trabajo, etc.), es siempre recomendable que el margen derecho aparezca justificado, como en el texto de la derecha. Por su parte, en el de la izquierda el margen aparece picoteado (parece un serrucho), irregular. Presentar un texto con el margen derecho sin justificar provoca una imagen de descuido, de desinterés, que es claramente evitable teniendo en cuenta lo fácil que resulta justificarlo.

En un procesador de textos cualquiera, habremos de buscar los botones para cambiar la orientación del párrafo (alinear a la izquierda, a la derecha, centrar...), que en el programa Microsoft Word se encuentran en la pestaña "inicio". Si lo hacemos antes de comenzar a redactar, basta con pinchar el botón para justificar el texto; si lo hacemos al final, tendremos que seleccionar previamente todo el texto o, de lo contrario, no se aplicará el cambio.

De forma involuntaria, al escribir, podemos llegar a cometer errores, gazapos: poner una tilde donde no corresponde o dejar de ponerla, reduplicar una palabra u olvidar escribir una, no incluir una letra o una sílaba... Son solo algunos ejemplos. Son errores que todos cometemos, con mucha frecuencia, ya que cuando estamos escribiendo nuestra mente no está preocupada exclusivamente en lo que redacta, sino también en lo que escribirá a continuación, y en cómo lo organizará, y esta circunstancia conduce a los despistes.

La mejor forma de evitar las erratas consiste en releer nuestras producciones una vez las hemos terminado con el fin de poder detectarlas. ¿Que te da pereza? Bueno, nadie te obliga a hacerlo inmediatamente: puedes espaciar uno o dos días la redacción y este proceso de revisión. Pero ¡no dejes nunca de hacerlo!: es fundamental; siempre se nos pasa algo y la sensación que generamos en la persona que nos lee es la de despiste y desinterés.