Cuando escribimos en prosa, debemos evitar a toda costa sonidos cacofónicos (que, en otros ámbitos -la poesía, tal vez-, podrían no resultarnos tales). Por sonidos cacofónicos entendemos la acumulación de efectos acústicos, sea por la aparición de aliteraciones (la repetición de un mismo sonido), de paronomasias (palabras de forma parecida, como "pero espero", por ejemplo, o emplear "parece" o "aparece" de forma muy seguida) o de repeticiones innecesarias, como el sufijo -mente en caso de acumular varios adverbios acabados en él (nótese el desagradable efecto en evidentemente, confío en que fácilmente toda la clase alcance buenos resultados rápidamente). Hallarás más ejemplos en la página de Escritores.org.

Como muchas otras cuestiones relacionadas con el estilo, la mejor forma de resolver estos situaciones consiste en releer atentamente nuestras producciones escritas y modificar con buen criterio aquellos elementos que detectemos. En el caso anterior, por ejemplo, podríamos haber optado por la redacción "por supuesto, confío en que fácilmente toda la clase alcance buenos resultados en poco tiempo).

Un particular efecto cacofónico es la rima interna, que consiste en hacer coincidir la terminación de varias palabras al final de varios enunciados o periodos sintácticos. Podrás encontrar múltiples ejemplos que te ayuden a entenderlo mejor en el blog de Estilo llano. Como en los casos recogidos en [5.1.1], incurrir en una rima interna no es extraño; lo que es necesario practicar en cualquier caso es una lectura atenta del texto una vez lo hemos terminado de redactar, con ánimo de identificar estos fenómenos y sustituirlos por expresiones alternativas con que se eviten.