Saltar la navegación

Actividades para trabajar los vulgarismos en relación con el determinante

[4.1.1] ¿"El agua" y "las aguas"? ¿Cómo van a ser ambas correctas?

Lee atentamente el siguiente texto (pincha sobre la barra con el título para desplegarlo) y, una vez te hayas asegurado de que has comprendido toda la información contenida en él, corrige los enunciados que aparecen a continuación (solo si resulta necesario; puede darse el caso de que sean gramaticalmente correctos):

«El agua», «esta agua», «mucha agua»

El sustantivo agua es de género femenino, pero tiene la particularidad de comenzar por /a/ tónica (la vocal tónica de una palabra es aquella en la que recae el acento de intensidad: [água]). Por razones de fonética histórica, este tipo de palabras seleccionan en singular la forma el del artículo, en lugar de la forma femenina normal la. Esta regla solo opera cuando el artículo antecede inmediatamente al sustantivo, de ahí que digamos el agua, el área, el hacha; pero, si entre el artículo y el sustantivo se interpone otra palabra, la regla queda sin efecto, de ahí que digamos la misma agua, la extensa área, la afilada hacha. Puesto que estas palabras son femeninas, los adjetivos deben concordar siempre en femenino: el agua clara, el área extensa, el hacha afilada (y no *el agua claro, *el área extenso, *el hacha afilado).

Por su parte, el indefinido una toma generalmente la forma un cuando antecede inmediatamente a sustantivos femeninos que comienzan por /a/ tónica: un área, un hacha, un águila (si bien no es incorrecto, aunque sí poco frecuente, utilizar la forma plena una: una área, una hacha, una águila). Asimismo, los indefinidos alguna y ninguna pueden adoptar en estos casos las formas apocopadas (algún alma, ningún alma) o mantener las formas plenas (alguna alma, ninguna alma).

Al tratarse de sustantivos femeninos, con los demostrativos este, ese, aquel o con cualquier otro adjetivo determinativo, como todo, mucho, poco, otro, etc., deben usarse las formas femeninas correspondientes: esta hacha, aquella misma arma, toda el agua, mucha hambre, etc. (y no *este hacha, *aquel mismo arma, *todo el agua, *mucho hambre, etc.)

RAE: Entrada "«El agua», «esta agua», «mucha agua»"

  • No me gustó mucho el horario y había un día (el jueves) en el que las seis horas de clase las dábamos en el mismo aula.
  • Mirad esta ave de aquí, la que estoy señalando con los prismáticos. ¿Creéis que se trata de un ave endémico?
  • La fórmula de la área del triángulo es igual al producto de la base por la altura dividido por dos.
  • ¡Ese alma intrépida! ¡Como la tuya, Andrea!
  • Esta mujer tiene una gran autoestima, porque tiene, entre otras cualidades, mucha confianza en sí misma.

[4.1.2] "Cuyo", animal en peligro de extinción

Lee atentamente el siguiente texto (pincha sobre la barra con el título para desplegarlo) y reflexiona a continuación sobre él:

"Réquiem por un «cuyo»"

Es pequeño, se prodiga poco, y hay quien lo interpreta como el signo definitivo de distinción lingüística. Hablamos de cuyo, la palabra que sirve para construir oraciones subordinadas que indican posesión. El determinante cuyo es una pequeña maravilla de ingeniería sintáctica: permite aunar en una sola palabra la capacidad de introducir una oración subordinada (es decir, incrustar una oración dentro de otra) y a la vez establecer una relación de posesión entre los elementos que se subordinan: si quiero referirme a un libro del cual no recuerdo su autor puedo decir perfectamente El libro cuyo autor no recuerdo. Subordinación y posesivo, todo en uno. 

A pesar de lo aparentemente funcional que es cuyo, parece que los hablantes tengamos una cierta aversión a usarlo. Quizá porque se nos hace un tanto emperifollado, o porque nos suene un poco antiguo, el caso es que cuyo es una de esas palabras que es más fácil avistar en el registro escrito formal que en la oralidad. Por lo general, en la lengua coloquial tendemos a sustituir el muy distinguido cuyo por un mucho más prosaico que su (El libro que su autor no recuerdo). Aunque es ubicuo, el desplazamiento de cuyo por que su (un fenómeno conocido entre especialistas como quesuismo) vive extramuros de la normativa académica y es visto con recelo por los sibaritas de la lengua.

Elena Álvarez Mellado: Eldiario.es (6 de febrero de 2021), fragmento (adaptación)

  • ¿En qué registro se utiliza con mayor frecuencia cuyo y a qué crees que se debe esa tendencia?
  • ¿Qué ha querido decir la autora con la siguiente frase: "Aunque es ubicuo, el desplazamiento de cuyo por que su (un fenómeno conocido entre especialistas como quesuismo) vive extramuros de la normativa académica y es visto con recelo por los sibaritas de la lengua"?
  • ¿En qué consiste el quesuismo? Explícalo con tus propias palabras y, si puedes, propón un caso, un enunciado, por medio del cual lo ejemplifiques.

Una vez has comprendido lo que es el quesuismo, intenta corregir los ejemplos de este fenómeno que aparecen recogidos en el artículo anterior (ejemplos reales, contenidos en tuits que aparecen hipervinculados en él):

  • ¿Cómo se llaman los medicamentos que su única función es bajar la fiebre?
  • Hoy, en la nave del misterio, el increíble caso de la mujer a la que su novio le preguntó qué le pasaba y se lo explicó.
  • A todos los padres que su rutina ha desaparecido, feliz Día a Día del Padre.

Si tienes interés, aquí van más casos de quesuismo para que puedas practicar:

  • Pincha sobre el hipervínculo que quieras ver su contenido.
  • Hay muchas culturas, de Nueva Zelanda a Grecia, que en sus mitos de origen describen la aparición de la luz, asociada a la separación de los cielos y la tierra.

[4.1.2] ¿Quesuismo o no?

En verdad, no siempre la combinación "que su" responde a un quesuismo: a veces está correctamente utilizada. Lee los siguientes enunciados y corrige aquellos en los que su empleo sí que constituye un error. (Rizando el rizo: ¿serías capaz de establecer una norma, regla o criterio que permitiese determinar cuándo está correctamente utilizada y cuándo no?)

  • Me indicó que su abuelo había publicado un libro de poesía cuando era joven.
  • ¿Te acuerdas del compañero aquel que sus trabajos eran siempre impecables?
  • Me informó de que su madre sí que le había dado permiso para quedarse en casa a dormir.
  • Esta es la persona que su hermano me invitó al cine.
  • Me encanta que su caligrafía resulte tan bonita y legible.

[4.1.2] ¿"Del que [...] su"?... Casos especiales de quesuismo con una pizca de anacoluto

En algunos casos, más graves a nuestro juicio, el quesuismo se combina con unas dosis de anacoluto (a saber, cuando se comienza un enunciado empleando una determinada construcción gramatical pero se termina empleando otra distinta, de manera que existe una clara incongruencia). En el siguiente texto (pincha sobre la barra con el título para desplegarlo) encontrarás algunos ejemplos que te ayudarán a resolver o a corregir los enunciados contenidos más abajo:

Casos especiales de quesuismo con una pizca de anacoluto

Las pérdidas que sufre nuestro idioma en estos tiempos han alcanzado a un adjetivo relativo ilustre, que va desapareciendo de nuestro lenguaje pese a su belleza y funcionalidad: cuyo.

Se trata de un vocablo que muestra en quien lo usa una buena coordinación mental y un armazón sintáctico eficazmente construido. Algo de eso debió de faltarles a quienes escribieron estas frases (tomadas de la prensa): “Sufrió un accidente del que se desconocen sus causas”, “la policía libera a dos ancianas de una residencia clandestina donde el dueño las maltrataba”, “un incendio forestal del que se investiga su origen”, “se le pagó un talón, destinado a terceras personas, de las que no puede decir el nombre”.

Todas estas frases adquirían mayor elegancia –y concisión– escritas con “cuyo”: “Sufrió un accidente cuyas causas se desconocen”, “la policía libera a dos ancianas de una residencia clandestina cuyo dueño las maltrataba”, “un incendio forestal cuyo origen se investiga”, “se le pagó un talón, destinado a terceras personas cuyos nombres no puede decir”.

Si Cervantes hubiera sido periodista hoy en día, tal vez habría empezado El Quijote así: “En un lugar de La Mancha del que no me quiero acordar del nombre…”.

Álex Grijelmo: La punta de la lengua. Críticas con humor sobre el idioma y el Diccionario

Clasificado por tipos, a continuación te ofrecemos un conjunto de enunciados que contienen un quesuismo combinado con un anacoluto. Trata de identificar el error y, acto seguido, corrígelo.

[Prep.] "De" + [Pron. relativo] "el que" + [Posesivo] "su" / "el" (con valor posesivo)

  • Vamos a poder estudiar enfermedades de las que no conocíamos su origen.
  • Esta es la única habitación de la que me gusta el color. / ... la única habitación de la que me gusta su color.

[Prep.] "A" + [Pron. relativo] "el que" + [Posesivo] "su" / "el" (con valor posesivo)

  • Tengo una amiga a la que la madre le había transmitido muy buenos consejos.

"Donde" (con valor posesivo)

  • Nos iban a enseñar la casa donde la propietaria era la mujer que contactaste a través de la aplicación.
  • El museo donde la directora era la tía de Marcos estaba cerrado a la hora de mediodía.

Otros casos

  • Yo tenía por entonces un compañero de ocho o nueve años, que su padre lo habían llevado preso.
  • Me presentaron a un chico el otro día, cuyo chico daba la impresión de no estar muy interesado en nuestra conversación.
  • Hoy he soñado que iba al trabajo de una chica que vi tres veces durante la fiesta y que no me acuerdo cómo se llamaba.
  1. Determina cuáles de las siguientes oraciones son correctas y cuáles no lo son. En estos últimos casos, corrígelas para asegurarte de que la construcción es válida desde un punto de vista gramatical.
  • La casa donde nací quedó sumergida bajo las aguas del embalse construido en los años treinta.
  • Yo tenía por entonces un compañero de ocho o nueve años, que me dijo que a su padre lo habían retenido injustamente.
  • En el confesionario, habló libremente de los pecados de los que no se arrepentía de haberlos cometido.

[4.1.2] ¿"Cuyo" va a desaparecer en algún momento?

Lee atentamente el siguiente texto (pincha sobre la barra con el título para desplegarlo) y reflexiona a continuación sobre él:

"Cuyo, poético perdedor"

Si el deseo es una pregunta cuya respuesta no existe, como afirma el sevillano Luis Cernuda en su poema, el futuro de la lengua es una pregunta cuya respuesta nadie sabe. Podemos hacer predicciones a partir de la frecuencia de uso que dan los hablantes a determinados rasgos, palabras o estructuras, pero en la historia de los idiomas comprobamos que grandes procesos de cambio lingüístico que parecían muy decantados se paralizaron sorprendentemente, y que otros, al contrario, se precipitaron y resolvieron en poco tiempo. Si nos asomamos al mundo de las palabras, vemos que hay muchas que se han usado con vitalidad desde los orígenes del castellano: aunque el pan y el vino de la Edad Media no eran como los de hoy, con las palabras pan y vino el español fue haciendo un camino en el que cada hablante heredó estas voces de sus antecesores, las usó con frecuencia y las legó sin cambio, como en una carrera de relevos, a la generación siguiente. Otras palabras, sin embargo, se nos perdieron en ese tránsito; algunas desaparecieron porque llegaron otras para reemplazarlas: por ejemplo, pescudar y maguer se apartaron a un lado y el relevo pasó a preguntar o aunque; otras palabras se quedaron en el camino porque nuestros antepasados dejaron de necesitarlas, como ocurre cuando un objeto deja de servir.

Pero el futuro de una palabra es una historia cuyo final tampoco existe, ya que, junto a los vocablos mantenidos vigorosamente en cabeza, están en la cola del pelotón varias palabras rezagadas que por su escasa frecuencia parece que no van a llegar a la meta, que no van a ser heredadas por la generación siguiente. Se emplean poco, parecen limitadas a un ámbito muy concreto como el de la lengua formal, nos suenan a otro tiempo... ¿Quién apostaría por su continuidad en el recorrido? Tal vez alguien que conociese la historia de cuyo, el pronombre cuyo mañana es incierto.

La forma cuyo proviene del latín CUIUS, que pudo sentirse ya como un elemento arcaico en nuestra propia lengua madre; de ella la heredaron el portugués, el castellano y el sardo. En español se usa como relativo posesivo; es decir, indica pertenencia (posesión) y tiende un lazo (es un relativo, se relaciona) con un elemento previo (el antecedente) que señala al poseedor. Por ejemplo, en una frase como Al programa vino un artista cuyo libro es un éxito, vemos que cuyo enlaza al poseedor, el artista, con lo que le pertenece, el libro.

Cuyo es una de esas palabras que no recibe los ánimos ni el impulso para sobrevivir en la carrera, pero que, pese a ello, resiste, llega y se traspasa a los nuevos hablantes. Empleada desde los orígenes del castellano, ha tenido constantemente un uso minoritario pero ininterrumpido en nuestra lengua; posiblemente hasta el siglo XVII fue algo más frecuente que en la actualidad (recordemos el de cuyo nombre no quiero acordarme cervantino), pero hoy se continúa diciendo cuyo, sobre todo en la lengua más formal (por ejemplo, en giros como en cuyo caso o por cuya razón), y se sigue incluyendo en los libros de español para extranjeros. Cuyo nunca ha sido usado en la conversación informal, pero la lengua escrita ha ido secularmente recogiendo el testigo de esta forma minoritaria. Solo hemos perdido un valor de cuyo: el interrogativo que significaba de quién; por ejemplo, «¿cúyo es?» como «¿de quién es?», un sentido que en el siglo XX aún se rastreaba dialectalmente en Canarias y en países de América como Bolivia, Colombia o Ecuador.

Cuyo nació agonizando, como un naipe cuya baraja se ha perdido, porque desde los propios orígenes del castellano tuvo un competidor muy preparado, que lo rebasaba constantemente: la combinación de que con su, en la que el primero es el relativo y el segundo el posesivo. La unión de que al posesivo su ha sido siempre más usada que el propio cuyo: muchas obras medievales no emplean jamás cuyo y sí que con su. Por ejemplo, en el propio Poema de mio Cid se dice «Maravilla es del Cid, que su honra crece tanto» y no «cuya honra». Y los ejemplos con que su se multiplican hasta hoy. Si en el español elaborado sobrevive cuyo, en la lengua hablada el campeón es siempre que su, por mucho que esta forma se considere poco aconsejable estilísticamente. De hecho, en los cursos de corrección estilística se llama quesuismo (fea palabra, sin duda) a esa unión de que + su y recomiendan que no digamos «Cernuda es un escritor que su abuelo era de origen francés», sino «un escritor cuyo abuelo era francés».

Cuando pensamos en una lengua, tendemos a creer dos cosas erróneas: que lo hablado es inferior a lo escrito o, al contrario, que la lengua escrita es un remedo irreal de la lengua hablada. Y ambas ideas son falsas. En ese edificio de variedades que es una lengua, hay elementos que son muy comunes y casi exclusivos de la variedad más elaborada y formal, y otros que, en cambio, están limitados al español de la conversación. Pero ambos grupos conforman nuestra lengua, ambos grupos son (mitad y mitad, iguales en figura) la realidad del español. Por eso, donde habita el olvido de las palabras, de momento, no está cuyo, aunque lleve siglos como farolillo rojo de la competición lingüística para demostrarnos que las predicciones sobre la lengua son voces cuyos augurios no deberíamos oír sin escalofrío.

Lola Pons Rodríguez: El árbol de la lengua (adaptación)

  1. Por supuesto, busca las palabras que desconozcas en el diccionario y lee el texto tantas veces como sean necesarias hasta asegurarte de que has comprendido su sentido global.
  2. Responde las preguntas formuladas a continuación:
  • Encuentra la sección del texto en la que la autora describe la historia o la evolución de esta palabra (cuyo) y, de forma esquemática, reprodúcela en tu cuaderno. (Puede ser interesante recoger los principales hitos en una línea del tiempo, añadiendo una pequeña observación o palabras clave a propósito de cada uno de ellos).
  • ¿El quesuismo es un fenómeno moderno o, por el contrario, proviene desde antiguo? ¿Qué ejemplos proporciona Lola Pons para justificar esta idea por la que te preguntamos en este momento?
  • A tenor de la idea final, con la que la autora cierra el artículo, ¿cree esta que el determinante cuyo está abocado a desaparecer o no? Justifica tu respuesta apoyándote en el texto que has leído.