Saltar la navegación

[5.2] Cuestiones que afectan al plano léxico-semántico

[5.2.1] Muletillas

Las muletillas son palabras o expresiones que introducimos en nuestro discurso pero que no aportan nada en él. Son como "muletas" en las que nos apoyamos, posiblemente por nerviosismo o inseguridad. Por esa razón suelen ser más habituales cuando nos comunicamos de forma oral, ya que la comunicación escrita acostumbra a planificarse y, de este modo, las evita. Generan en quien las percibe la sensación de falta de preparación y de nerviosismo, provocándole incomodidad o incluso hartazgo. Son muletillas las siguientes palabras o expresiones subrayadas:

Buenochaval, no tienes en plan ni idea de lo que pasó el otro día; en plan fue colosal, bueno, una cosa bárbara. 

Todas las personas utilizan alguna clase de muletilla. Todas. (A partir de ahora fíjate en tus profes. Seguro que tienes a la típica persona que acaba sus frases diciendo "¿no?", "¿verdad?", "¿me entendéis?", "¿sí o no?" o cualquier expresión parecida. ¡Muletillas todas!) Y, si te parece que alguien no lo hace, sin duda se deberá a que se ha autonalizado lo suficiente como para reconocer en cuáles incurre y trata de evitarlas por todos los medios, situación deseable si no queremos provocar una imagen desagradable en nuestros receptores.

Finalmente, conviene no confundir las muletillas con las vocalizaciones, esos sonidos de carácter gutural (eeeeeh, mmmm...) que pronunciamos entre un enunciado y otro, o entre una idea y la siguiente, principalmente cuando estamos realizando una exposición oral que no hemos preparado de manera apropiada. En estos casos, es preferible permanecer unos instantes en silencio en lugar de "empantanar" nuestro discurso con estos incómodos sonidos, que también provocan en nuestro auditorio incomodidad y rechazo.

[5.2.2] Extranjerismo innecesario

La adopción de extranjerismos o palabras procedentes de otras lenguas es un procedimiento de formación de palabras que ha enriquecido notablemente el léxico de nuestra lengua y constituye una fórmula apta para la ampliación del vocabulario en cualquier idioma. El abuso de este procedimiento, no obstante, invita a que lo empleemos en nuestros textos con rigor y con cautela: resulta fundamental diferenciar entre aquellos extranjerismos que son superfluos o innecesarios, porque ya disponemos en español de voces para referirnos a las realidades que designan, y aquellos que sí son necesarios porque aluden a conceptos para los que nuestra lengua no dispone de ninguna otra palabra.

En esta entrada del Diccionario panhispánico de dudas de la RAE hallarás la explicación de cómo deben tratarse los extranjerismos cuando los incluimos en nuestras redacciones, especialmente si pertenecen al último grupo (extranjerismos necesarios); los extranjerismos innecesarios o superfluos, simplemente, convendría que los evitásemos por su correspondiente palabra en castellano. Si lo deseas, en lugar de leerla, puedes reproducir la explicación que se contiene en el siguiente vídeo (concretamente, a partir del minuto 7.09), vídeo en el que también encontrarás una exposición de lo que son los extranjerismos, su idoneidad y una pequeña historia de los mismos en nuestra lengua: 

La lengua con TIC entra (blog de Quique Castillo) . ¿De dónde vienen las palabras? (III): préstamos léxicos (¿necesitamos tomar palabras del inglés?) (CC BY)

Ahora bien, además de evitar los préstamos léxicos innecesarios (aquellos en que se adopta toda la palabra, tanto la forma en que se dice en la lengua de origen como su significado), también convendría que manifestásemos el mismo cuidado en evitar los calcos semánticos, es decir, aquellas palabras de nuestro idioma que amplían su significado porque adoptamos -calcamos sobre ellas- el significado que en otra lengua tiene una palabra que se le parece mucho y con el que se la puede llegar a confundir, y que por supuesto antes no tenía y la contamina: "aplicar para un trabajo", por ejemplo, por contagio del verbo inglés "to apply for", o "reportar" con el valor de informar por influjo del verbo "to report". Pueden resultar más 'peligrosos' que los anteriores en el momento en que pueden pasar totalmente desapercibidos. Encontrarás una explicación más detallada de este fenómeno, así como nuevos ejemplos, en este vídeo.

[5.2.3] Pleonasmo o expresión redundante

Es altamente probable que en algún momento hayas escuchado, o que incluso hayas emitido, mensajes como "sube para arriba" o "baja para abajo" (¡como si fuese posible subir para abajobajar para arriba!). Quizá es posible que, al utilizar la expresión "puño cerrado", no te hayas planteado que es imposible imaginar un puño abierto: un puño es siempre un puño cerrado. Como indica su propio nombre, las expresiones redundantes (también conocidas técnicamente como pleonasmos) son aquellas que contienen una misma idea de forma repetida, o en que se expresa una idea que ya queda clara por alguno de sus miembros, por lo que resulta innecesaria y debe procurarse evitarla: además de los ejemplos anteriores, es una expresión redundante "volar por los aires", que se utiliza porque parece aportar una mayor expresividad a nuestro discurso (¿no parece más expresivo el coché voló por los aires que simplemente el coche voló?), pero si vuela solo es posible imaginar que lo haga por los aires, no por otro medio, de manera que constituye un pleonasmo (si queremos resultar igualmente expresivos sin incurrir en una expresión redundante, tal vez podemos optar por la alternativa explotar, simplemente: el coche explotó, o por la perífrasis durativa salió volando).

Como ocurre con otras cuestiones de estilo, esta solo resulta aceptable en caso de que nuestro texto tenga una finalidad literaria y, por tanto, este recurso persiga causar un determinado efecto en nuestros receptores. De lo contrario, será necesario intentar evitarlo siempre que lo detectemos porque son lugares comunes o demuestran poca pericia lingüística.

Los ejemplos de pleonasmos o expresiones redundantes son inabarcables (posiblemente existan muchos más de los que te imaginas). Si tienes interés en conocerlos, échale un vistazo a la entrada "pleonasmo" de la Wikilengua del español.

(Página para practicar) https://blog.lengua-e.com/2014/ejercicios-redundancia/

[5.2.4] Ambigüedad o anfibología

La anfibología (madre, qué nombre) o ambigüedad es un error de estilo que no implica que hayamos cometido necesariamente ningún error a la hora de expresarnos; sin embargo, de forma totalmente involuntaria, nuestro texto no resulta del todo claro pues de él se desprenden dos o más interpretaciones posibles (es decir -y de ahí su nombre-, resulta ambiguo). En los textos de carácter literario quizá se busque premeditadamente y constituya un fenómeno que aporte distintos significados, pero en nuestros discursos habituales es necesario evitarlo. Se observa muy claramente en el siguiente ejemplo:

"La empresaria mantuvo que había solicitado las licencias previas en varias ocasiones."

¿Qué ha querido decir la persona que ha emitido este texto? ¿Que la empresaria las solicitó en varias ocasiones? ¿O que en varias ocasiones mantuvo esta postura? Si era esto último lo que quería expresar, ha generado una anfibología o ambigüedad provocando dudas en las personas receptoras, que no han conseguido descodificar adecuadamente el mensaje. Para que no cupiera dudas, hubiera sido más sensato haber optado por la redacción siguiente, que no ofrece problemas sobre su interpretación: "La empresaria mantuvo en varias ocasiones que había solicitado las licencias previas". 

Las causas que motivan que un texto resulte ambiguo son muy variadas: puede deberse a una ordenación o colocación de los elementos en la oración defectuosa (como en el ejemplo propuesto más arriba) o a que una o más palabras son polisémicas, homónimas o tienen más de un significado, como en "el burro de tu hermano" (¿tiene un burro tu hermano o estamos sugiriendo que lo es?) o "se produjo un alboroto cuando la estrella apareció" (¿apareció una actriz o un cuerpo celeste en el firmamento?). Las ambigüedades de este tipo, no obstante, no suelen generar grandes problemas en el momento en que, en una determinada situación comunicativa, los receptores entienden claramente una cosa y no otra (si nos hallamos en una pocilga, hablando de los animales ahí contenidos, que sabemos que pertenecen a distintos miembros de la familia, emitir el mensaje "el cerdo de tu hermano" no puedo provocar más que una interpretación posible).

En cualquier caso, son situaciones mejorables que normalmente se detectan cuando se revisa el texto una vez se ha terminado (esta es otra de las razones por las que resulta fundamental leerlo al acabarlo; puede provocar pereza y llegar a hacerse sin prestarle mucha atención a esta actividad, por lo que es recomendable espaciar uno o dos días entre la finalización del proceso de escritura y la lectura del producto final); también puede resultar útil leerlo en voz alta a otras personas para conocer su opinión o si interpretan correctamente lo que queremos expresar.